El valle del hierro by Ane Odriozola Cia
autor:Ane Odriozola Cia [Odriozola Cia, Ane]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2024-03-13T00:00:00+00:00
42
JURDANA
Legazpia, mayo de 1592
Acurrucadas en el catre de la cabaña y después de haber llenado el estómago con chorizo y queso de La Rioja, nos pasamos toda la noche despiertas, hablando. Catalina seguÃa convencida de que me podrÃa hacer pasar por ella: solo debÃa memorizar la información necesaria y hacer todo lo que me mandara mi futura suegra, quien, por lo que le habÃan contado, era la que mandaba en la familia.
âLo mejor será que hables lo menos posible âme dijoâ. Asà será más difÃcil que cometas un error.
Suspiré. Desde que Catalina habÃa tenido la idea de intercambiarnos, sentÃa una desazón que se habÃa instalado en lo más hondo de mÃ. VerÃamos cuánto tiempo se quedaba ese sentimiento ahÃ, bien amarrado.
âHaremos lo posible por vernos todos los dÃas âcontinuóâ, y nos ayudaremos la una a la otra, ya lo verás.
TenÃa la sensación de que habÃan cambiado las tornas. Ella se mostraba valiente y decidida, mientras yo estaba muerta de miedo. Probablemente, el hecho de que fuera yo la que tenÃa que dar la cara mientras ella se quedaba escondida en la cabaña tenÃa mucho que ver. No habÃa duda de que la que se ponÃa en riesgo era yo, y la que saldrÃa peor parada si llegaban a descubrirnos también serÃa yo. Pero ¿qué otra cosa podÃa hacer?
Al amanecer, agotada por intentar retener tantos datos, caà rendida. Con el estómago lleno por primera vez en dÃas, tuve un sueño placentero. Unas horas más tarde Catalina me despertó.
âTenemos que tomar una decisión âme dijo mientras se sentaba a mi lado en el catreâ. Ojalá me digas que sÃ, que irás a Harria en mi lugar y que vivirás la vida que deberÃa vivir yo, pero no puedo obligarte, Jurdana. Si decides no hacerlo, estás en todo tu derecho. Es tu decisión.
Acepté. Dios sabe que, si no fuera porque no tenÃa otra alternativa, no lo habrÃa hecho nunca. En cuanto le dije a Catalina que estaba dispuesta, dio saltos de alegrÃa. Por primera vez, la vi sonreÃr.
âLo primero que tenemos que hacer es⦠asearte y cambiar esa ropa âme dijoâ, y tenemos que lavarte el pelo. Creo que tengo todo lo necesario.
Cogió uno de los zurrones y sacó ropa limpia y un trozo de jabón. Bajamos al rÃo y me desvestà entera. Aunque estábamos en mayo, todavÃa hacÃa fresco por las mañanas y me impresionó el agua frÃa sobre la piel. Catalina me ayudó. Me enjabonó, me lavó el pelo, frotó mis uñas hasta que quedaron relucientes⦠Cuando me sequé y me vestà con su ropa limpia, me trenzó el pelo.
âEstás perfecta âsentenció mientras me pedÃa que me girara para verme bienâ. Estoy segura de que a Pascual le vas a encantar.
Pascual Harria. Asà se llamaba el hombre con el que deberÃa casarme. Según me habÃa contado Catalina, era mucho mayor que yo, hacÃa años que era viudo y tenÃa un hijo de ocho años llamado Txomin.
âSi no fuera un buen hombre, mi padre no habrÃa querido que me casara con él. Puedes estar tranquila.
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